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Puebla, Mexico
Reunimos historias escritas de la memoria de las almas que han pisado tierras poblanas. Si quieres compartir algún recuerdo por la ciudad de Puebla te invitamos a hacerlo al correo memoriadepuebla@gmail.com Dulce Jurado y María Eugenia Jiménez Melo autoras del proyecto

sábado, 27 de noviembre de 2010

SER FORÁNEA, Y VIVIR EN EL CENTRO

Ser foránea, y vivir en el Centro Histórico es un manjar!  Debo confesar que al principio no me emocionaba tanto la idea...pero no hay como salir todas las mañanas de casa y sentirte turista!  Es un lugar/ciudad que no deja de sorprenderme.
Otra breve historia...
Una mañana me encontraba muy triste y me dirigía a la parada del camión para ir a la universidad...caminaba sobre la 3 sur, llena de nostalgia por extrañar mi casa (Chiapas) y en algún momento levanté mi mirada,  una cuadra antes de llegar a esa parada, y de pronto me topé con algo muy extraño...un monumento a mi natal Chiapas...inevitablemente me sacó una sonrisa!  
Ahora todos los días trato de pasar por ahí.
Frieda Calcáneo H.

PUES A MI ME PASÓ ALGO CHISTOSO

Pues a mi me pasó algo chistoso,  un sábado en la mañana que vine al centro de Puebla con mis amigos y  nos fuimos a divertir y como yo era el único que tenía dinero pues yo les invitaba; hasta la tarde no me dí cuenta que se había perdido mi cartera y  no recordaba dónde la había dejado!  Tuvimos que pedir dinero para irnos a nuestra casa. Fué algo divertido.

RECUERDOS DE MI CIUDAD EN LA SENDA DEL SABER

Parece que fué ayer cuando de niña en domingo mi madre nos arreglaba para ir de paseo al Centro Histórico y visitar el Paseo Bravo,  pero sobre todo comprarnos los globos y los dulces que eran sinónimo de un día de fiesta.  O bien años mas tarde que en los pasillos del Edificio Carolino me enamoré de mi primer novio quien con el tiempo se convertiría en el amor de mi vida, mi actual esposo;  y parece también que fue ayer cuando con ilusión me decidí, como Presidenta Municipal,  a contribuir a devolverle su esplendor a este Centro Histórico.  Hoy a punto de concluir mi mandato me siento muy orgullosa de nuestra ciudad, de su patrimonio, pero sobre todo de su gente que me permitió ser su aliada para poner "Manos a la obra en la Ciudad"

Blanca Alcalá
Presidenta Municipal 2008-2011

LE HE DADO MI TIEMPO...

Le he dado mi tiempo, trabajando en él, manteniéndolo limpio de ambulantes.
Le he dado mi tiempo, trabajando como miembro de protección Civil, en los días del grito, en las ofrendas del 1 y 2 de noviembre.
Por sus calles he reído y he llorado, he hecho berrinches...
He amado en sus calles, he echado la chela en sus bares, he echado el "cofi" en sus cafés, he comido en sus restaurantes y verbenas, he descansado en sus banquitas acompañada de amigos y de un buen cigarro...He vivido.

PUEBLA

Recuerdo cuando después del desfile del 5 de mayo o el del 16 de septiembre había un "combate de flores", en el cual los muchachos ofrecían a las muchachas flores y terminaba una con un ramo en las manos.  
Los desfiles eran en la Reforma y terminábamos en el Paseo Bravo.  Nos cansábamos pero regresábamos a casa orgullosísimas de haber participado con tanta gente a festejar a la patria
Isabel Parra de Coghlan

A PESAR DE QUE EL CALLEJÓN UNIVERSITARIO

A pesar de que el callejón universitario nunca ha sido un paso afluente para mí, el recuerdo que tengo de Centro Histórico de Puebla son anécdotas maravillosas con mis amigos y familiares, las cuales marcaron mi adolescencia y las calles que me cautivaron con su maravillosa arquitectura.

CUANDO VENÍA AL CAROLINO

Cuando venía al Carolino con amigos hace 32 años, el Centro Histórico era diferente, las bellas construcciones que tiene uno la oportunidad de ver en el recorrido hasta el Carolino, cuando fui alumna de la Preparatoria Benito Juárez, también cuando pertenecí a una Rondalla Femenil cantamos afuera del Hotel Colonial y nos sacamos fotografías.
Ma. Elena Cabrera

jueves, 25 de noviembre de 2010

1 hr 40 min. DE LLEGAR A PUEBLA

En una ocasión iba caminando con un amigo en la calle de la facultad de Psicología y una chica guapa y amable nos dio información sobre el evento que se celebraba y nos pidió que escribiéramos una anécdota que nos ocurrió. La verdad es que nos puso en un apuro porque realmente no nos había pasado absolutamente nada ya que teníamos 1 hora y 40 minutos que habíamos llegado a la ciudad de Puebla.
Eliseo Ramírez Villar.
Chiapas

UN INESPERADO AMIGO


La primera vez que vine a Puebla fue a conocer a un chico que me gustaba particularmente nos vimos ese día en el centro, después de haber comido en el Mc´Donalds nos sentamos en la orilla de la Catedral a platicar. Mientras estábamos ahí, un chico se nos acercó y nos intentó vender una paleta porque creía que éramos novios, le decíamos que no y que no queríamos comprarla y él insistía haciéndonos la plática; al final de esto le compré la paleta. El chico que me gustaba ahora casi no lo veo y el chico que aquella vez me vendió la paleta ahora es gran amigo al cual frecuento y salimos regularmente.

Anónimo

AL ZOCALO DE PASEO

Un día vine al zócalo de paseo no sabía que había un evento de robots y el evento se llamaba “semana de ciencias", había muchos robots y los que más me gustaron fueron: Un cráneo que cantaba, un robot que estaba vestido como el de Halo y decía “quiero una cerveza fría”, también había un payaso que se movía.
Luego oí música por la fuente del zócalo eran mis compañeros de la escuela que iban a bailar salsa y también otros más que iban a presentar un número de porras, ese día fue muy padre.

Gerardo Agustín Blanca U.
Instituto Francisco Esquedo

miércoles, 24 de noviembre de 2010

3 ORIENTE 406:BAR VENUS


Un día, cerca del Parián, nos asomamos a un botanero que tenía las paredes cubiertas de un tapiz dorado. Nos hizo pensar en cómo se vería aquel botanero con todos nuestros amigos y un DJ. Nos hizo pensar “si pudiéramos detener nuestra vida, pondríamos un bar, se llamaría Bar Venus y tendría las paredes doradas. No más piso de aserrín, ni decoración de Adelitas”.
Pero era solo una idea vaga, algo que haríamos si pudiéramos detener nuestra vida.
Otro día caminando por la 3 oriente ví un pequeño local, la puerta entre abierta, vigas en el suelo y mucho, mucho polvo. “Este es el lugar, aquí pondríamos el Bar Venus”. Me metí a todos los negocios cercanos, toqué no se cuántas puertas, hasta que logré encontrar al dueño. ¡El local estaba en renta!
Le hablé al Chimol, regresamos en la tarde y llenos de emoción –y miedo- detuvimos nuestra vida.
Pedimos consejos para la decoración, nadie creía que el peluche y el tapiz kitsch era buena idea, “la moda era minimalista”. No hicimos caso y pasamos días enteros recorriendo Veanas y Parisinas, nos hartamos de terciopelos, encajes, perritos de porcelana y copas de plástico.
Pintamos y montamos todo nosotros mismos, con ayuda de hermanos y algunos amigos. Después de 2 años cerramos y continuamos nuestras vidas, pero todavía hoy, me encuentro a gente que añora  -El Bar Venus.

SI SOY POBLANA


Mi ciudad, mi Puebla, es el amor de mis amores. La llevo con orgullo en mi corazón. El centro histórico es de incomparable belleza colonial, cuando fui pequeña venía diariamente al Colegio Esparza y admiraba el zócalo, su palacio y las hermosas construcciones. Podría contemplar por horas la majestuosa Catedral. Si soy poblana y con mucho orgullo.

Coca Castillo

CUANDO ESTUDIE CONTADURIA EN EL CAROLINO

Mis recuerdos son cuando estudié en la  en la Escuela de Contaduría en el Carolino. Me salía con mis amigos, nos reuníamos en el árbol en la noche a platicar leyendas de espantos, un día estábamos tocando guitarra cuando oímos unos pasos como si tuvieran botas, pero se acercaron los pasos, guardamos silencio y apareció una muchacha vestida de india y nos corrió.

Anónimo 

CRONICA DE MI 1a COMUNION


Hola me llamo César Coyac Juárez, tengo 12 años y de octubre de 2009 a mayo de 2010, mi hermana Mariana y yo nos preparábamos para hacer muestra primera comunión. Veníamos cada 8 días a Catedral y al terminar cada clase todos los sábados, mi mamá nos recogía y nos traía a dar una vuelta por el Carolino, su callejón, el barrio de los Sapos y Analco.
A veces solo veíamos los puestos sin comprar nada, en ocasiones nos compraba una nieve o algún libro. Nuestra preparación de catequismo duró nueve meses y cada 8 días veníamos al mismo recorrido y ahora que hice mi primera comunión extraño ese recorrido.

CABALLITOS DE MADERA O PELUCHE

El recuerdo que tengo de mi infancia es cuando mi mamá me retrataba en el zócalo de la ciudad con los caballitos de madera o peluche.
Me gustaría que mis hijos pudieran salir a jugar en la calle como yo lo hacía en mi bici o con mis amigas, eso hoy en día no se puede por la inseguridad que hay.

Anónimo 

P.D.

Día 14 de febrero de 2010
Lugar: Barrio de los sapos
Compras en bazares
Al recorrer esos pasajes en compañía de Andrea y esos momentos de felicidad, como joven  enamorado. Ella tenía 16 y yo 34. Entonces al pasar le compre un ángel miniatura en la fuente de Sn. Miguel, cerca de los bares y ella quedó fascinada. Si un ángel de colección miniatura de plata de 4 milímetros casi tipo arete, y ese ángel me dio la satisfacción y la convicción del poder del amor.
De ahí nos fuimos y compramos papas fritas, nieves y visitamos las galerías y muchos amigos. Después le compuse una poesía que decía:
Te he dicho que te quiero
Y eso ya lo sabes
Porque soy sincero
Y tu tienes las claves
Si a caso soy un necio
Un ídolo en caída
Mejor me marcho pronto
Y busco una salida…

Víctor Torres Gutiérrez

P.D. ahora no está conmigo pero nada destruye el poder del amor

martes, 23 de noviembre de 2010

CUANDO ESTABA CON MIS AMIGAS

Cuando estaba con mis amigas justo enfrente de la Facultad de Psicología y comenzamos a tomarnos fotografías con la única intención de pasárnosla bien y entreteniéndonos; unos chicos ebrios pasaron y uno de ellos nos dijo que si nos tomábamos una foto con él, y eso hicimos.  El chico apestaba a cerveza y de pronto se cayó en frente de nosotras, lo que nos causó mucha risa.  Bueno eso es todo.

ME ACUERDO CUANDO ERA CHICA

Me acuerdo cuando era chica y venía con mi familia a misa y después a dar la vuelta por el centro y son los recuerdos mas bonitos de mi infancia ya que todo esto se los platico a mis hijas y quisiera que ellas también vivieran lo que yo viví tan bonito. Ahora tengo 45 años, pero eso para mí no se borrará.
Alma Delia Torres

PUES EL ÚNICO RECUERDO

Pues el único recuerdo que tengo es esta ceremonia tan intersante que me hace sentirme mas orgullosa de ser poblana y de ser mexicana.  Además de que cuando tenía 7 años me caí y se me hinchó la frente.

Aimé Javivi
C.E.N.H.C.H

HE DEDICADO MAS DE LA MITAD


He dedicado más de la mitad de mi vida a defender, promover y reconstruir el patrimonio de mi querida, adorada ciudad de Puebla. 
Además crecí corriendo por los patios del Colegio Carolino; llegaba de la mano de mi abuelo los fines de semana, él era director de la Facultad de Ingeniería de la UAP

LA PRIMERA VEZ



La primera vez que vine al centro histórico fue para descubrir lo verdadero hermoso de Puebla, contaba con 16 años y vine a la secundaria Gabino Barreda, vivía en la 62 poniente y 5 norte a media hora del centro de Puebla, en ese entonces.  Y seguí observando y sigo observando lo hermoso que es el centro histórico.

Jorge Momox M.

YO, VICTOR HUGO HUERTA

Yo, Víctor Hugo Huerta Trujillo agradezco lo mucho que Puebla me da, principalmente el orgullo de haber nacido aquí en Puebla.  Tengo mucho que brindar a Puebla, así mismo admiro sus calles, sus tradiciones, sus culturas y por supuesto su gente.

AQUÍ VENÍA TODOS LOS SÁBADOS


Aquí venía todos los sábados con mi familia y nos divertíamos viendo lo que había y comprábamos muchas cosas y conocí a varias amigas
Mariana Coyac Juárez

sábado, 20 de noviembre de 2010

ESTABA SENTADA EN UNA BANCA

Estaba sentada en una banca cerca de la fuente del zócalo un martes por la mañana, de pronto un vagabundo se acercó a mi con el pretexto (tal vez) de pedirme un cigarro.  En un instante estaba sentado junto a mí, platicando de lo hermosa que era la ciudad, sus historias y de lo que significaba para él estar allí, parece que era un filósofo mas coherente que aquellos que andan por allí...
De un momento a otro me dijo que se quería bañar y chas!! se metió a bañar a la fuente.
Desgraciadamente no pude terminar de platicar con él gracias a los "polis" que lo sacaron.
Irma Gamboa Chávez

CAMINAR POR EL CENTRO DE UNA CIUDAD

Caminar por el centro de una ciudad nunca había sido tan sorpresivamente agradable hasta el día en que andando por las calles aledañas al zócalo de Puebla, mi oído tomó el control de mis piernas y en realidad de todo mi cuerpo y me guió hasta aquel lugar donde una pequeña orquesta deleitaba al transeunte ordinario con melodías elegantemente ejecutadas.
La luz ocre del atardecer, el viento fresco y agradable del ocaso y la conglomeración de individuos en la que se encontraban reunidos desde peones hasta reyes.  La música une a las masas y Puebla ofrece esta oportunidad de forma ejemplar.  
Era jueves por la tarde, y caminar por el centro de la ciudad nunca había sido tan sorpresivamente agradable.

AÚN RECUERDO...

Aún recuerdo que cuando tenía 9 años accidentalmente caí en la fuente del zócalo, fué muy divertido 
Luis Eduardo Vázquez

HOY ME SIENTO...

Hoy me siento triste, apenado, mas no desilusionado.   Se habla de que esta ciudad es Patrimonio de la Humanidad ¡Solo se habla!  Porque la verdad cada día que transcurre se siguen destruyendo las casas coloniales, la infraestructura histórica que "dió" vida a nuestra ciudad.
Cuando habrá, existirá o hará acto de presencia una persona o un grupo que diga ¡Basta! no destruyamos, no sacrifiquemos nuestro archivo cultural edificado.
Una forma de pensar.
Rodolfo Pacheco Pulido

EN ESTE LUGAR DE PUEBLA

En este lugar de Puebla he pasado algunas cosas que no olvidaré, como cuando un día vine a pasear a este lugar con mis papás, me compraron un globo y ese día me dí cuenta que salir con los padres sirve para tener confianza.
 Otro día conocí a una amiga llamada Edna
Alba Michel Morales Romero
C.E.N.H.CH.

MI PARTICIPACIÓN

Mi participación en este centro histórico es la de recuperar diversas calles de nuestra ciudad ya que tengo la oportunidad de dirigir las acciones de gestión urbana y obra pública lo que me ha permitido el conocer y dejar algo de mí.
Jorge Rodriguez Morgado

CUANDO ERA NIÑO

Mi crónica se basa cuando era niño y mi mamá y papá nos traían al centro a todos mis hermanos y a mí, éramos 8 de familia. No me encantaba que nos llavaban a misa a la Concepción pero el premio rea ir a los molotes de la 5 poniente y ¿cómo no disfrutar el molote con una chaparrita? Nunca olvidaré esos recuerdos y sabores.
Roberto Baéz 
44 años. 

viernes, 19 de noviembre de 2010

¡TE QUIERO PUEBLA!

En este centro histórico he vivido, trabajado, estudiado, enamorado. He hecho grandes amigos, he dejado a otros más... En éste centro histórico tomé la comunión, me confirmaron, caminé sus calles, vi crecer el negocio de mi padre, acompañé a mi bisabuela a misa, aprendí a tocar el piano y también jugué en sus patios.
¡Te quiero Puebla!


Patricia Domínguez 
(49 años)

ESTA PLAZA SE LLAMA JOHN LENNON

Con esta categórica y terca sentencia, iniciaba un libelo que circuló un 8 de diciembre de hace 28 años, en el diciembre del ’82; la cuartilla reiteraba que desde el precedente año se había tomado la determinación de que el espacio ubicado sobre la 3 oriente entre el callejón de los Sapos y la 4 sur, espacio aledaño al edificio Carolino, llevará el nombre de PLAZA LENNON.
A John Winston Lennon, lo había asesinado, un día como ese, pero en el 80,  la estupidez engendrada en un X.
Al igual que el año anterior, se distribuyó un panfleto, donde se invitaba a firmar en sabanas de papel barato, la anuencia, el apoyo para tal empresa.
Como se afirmó en esa especie de declaración de principios, era menester rendir tributo a la mas señera y emblemática figura de las últimas generaciones, con la peregrina idea de hacerlo, bautizando con su nombre un espacio, un espacio de convivencia, de expresión, de intercambio; con el intento de no utilizar dinero, permisos, autoridades, un espacio sin dueño, pero con dueño, el dueño sería nadie y todos.
Con esas negras intenciones se apostó un conjunto de jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, que instalaron sus pertrechos para recabar firmas, distribuir volantes, escuchar música intercambiar algunas pertenencias.
La iniciativa; romántica, utópica, pero resultó que no eran los únicos,  recibe una gran acogida por los que ahí transitan, por los que por ahí viven, sus usuarios, apoyo semiclandestino para los suministros, oficialmente ninguna autoridad dijo esta boca es mía; no se ha necesitado. Que poca madre, no se pela la iniciativa de jóvenes por nombrar una plaza, pero a pesar de todo existe un boulevard Díaz Ordaz.
El espacio los fines de semana es sede de un tianguis, muy diferente a lo imaginado, es evidente que hay licencias de las autoridades para vender, ordenado?, diferente, pero se percibe un fantasmal aroma, un liberto tufo, huele aún a que “la mejores cosas de la vida son gratis”, estoy de acuerdo, utópico; pero como rezaba el titulo del documento de marras, firmado a la sazón por esa etérea y proscrita agrupación denominada  “los que imaginan”:

ESTA PLAZA SE LLAMA JOHN LENNON  

Juan. H. Polanco

miércoles, 17 de noviembre de 2010

1989

Me acuerdo que en el año de 1989 frente al Carolino, se destituyó a un rector, hubo una concentración de universitarios, hubo algunos balazos y murió un profesor.  Con esa muerte la BUAP dejó una etapa e inició otra.  Esa muerte, desgraciada muerte, salvó a la BUAP
Javier Hernández

CATEDRAL

Una de mis mejores experiencias en el Centro Histórico fué trabajar en la limpieza de la Catedral y poder supervisar los trabajos desde sus torres. 
Ver nuestro zócalo y la gente que transita como un espacio vivo y de vivencias.
Ver como en las mañanas las actividades de los que habitan y los que llegamos a nuestro lugar de trabajo convergen

EL MEJOR RECUERDO QUE TENGO...

El mejor recuerdo que tengo que he pasado en el Centro es cuando venía con mis papás a caminar, pero en especial cuando vine con mi abuela y tios y nos divertimos mucho

Paola Nayeli Jiménez A.
1o "H"   C.E.N.H.C.H.

YO CONSEGUÍ NOVIO EN EL CENTRO DE PUEBLA

Yo conseguí novio en el centro de Puebla. Trabajaba en una oficina de Arquitectura que me contrató pues necesitaban colaboradores.  Conocí al jefe, quien era muy guapo pero...¡era el jefe! así que descarté toda posibilidad de romance.  Pero nos invitaron a una fiesta en el Hotel NH del centro, frente a la Iglesia de San Agustín. Después de unas copas y otras charlas con arquitectos regresamos a la oficina a seguir la plática.  Mi jefe vivía en la oficina, así que desde ese día me quedé a vivir ahí con él.  Gracias Centro!
Emiret Nájera

RECUERDOS DE MI (..¡UFF!..) INFANCIA



Nací en la ciudad de Puebla, allá por los años treintas, en el Barrio de La Luz, mi entrañable barrio donde transcurrí mi dorada infancia, alrededor de la Parroquia de La Luz, “a la vuelta” de los Baños del mismo nombre, cerca de “La Acocota”, La Barranca” y por supuesto de mi primera escuela la Primaria Juan Crisóstomo Bonilla. Mis recuerdos, ahora, se remontan a los años cuarentas, cuando yo frisaba cuando más 10 años de edad.  La máxima diversión de la chamacada era “La Feria” que cada año el día de La Señora de La Luz, para asombro de todos se instalaba en plena avenida 2 Oriente, frente a la Iglesia, trayendo los volantines, la Rueda de la Fortuna, los caballitos, la función de box con todo y ring. Una semana duraba la fiesta. Las líneas de camiones, que entonces atravesaban la ciudad, sobre la 2 Oriente, de Oriente a Poniente y viceversa (¡sí, en los dos sentidos!). De los Aviación-Panteón pusieron a circular el primer autobús de dos pisos (ninguna otra línea lo hizo después), que las familias usaban ya no tanto como medio de transporte sino como paseo por la ciudad. En “La Barranca”, enorme espacio a manera de hondonada y meseta, (sobre 3 Oriente, entre 8 y 14 Sur, sí cerca de Analco y el Puente de Ovando, nuestros padres nos llevaban a “empinar” papalotes, jugar fut y beis, llevando las viandas necesarias para pasar un excelente día de campo.
Mi padre, muy joven aún, frecuentaba los billares, a una calle de distancia de nuestra casa, lugar a donde yo llegaba  a espiar (junto con algunos amigos), por debajo de las puertas de persianas que había entonces, asombrados por el mundo lleno de humo de cigarro, olores extraños, sonidos estruendosos del chocar  de las bolas de marfil y, eso sí, el concierto de palabrotas que dominaba el ambiente. Claro, ahí fue donde enriquecimos nuestro florido léxico urbano…
Manuel Suárez Escobar

martes, 16 de noviembre de 2010

UNA GRAN ABUELA

Yo me acuerdo con mucho cariño de mi abuela, nuestros paseos por enfrente de la antigua Universidad Femenina, casi todas las tardes salíamos a esperar a mi mamá a la salida del trabajo en una farmacia, en aquel entonces la Principal de la ciudad.
Nuestra distracción era detenernos sobre la 2 sur y en ese entonces Maximino Ávila Camacho, existía una gran pastelería, "La Pastelería Salambo" de unos cuatro metros de frente con unos grandes ventanales desde los cuales podías ver diferentes tipos de pasteles, pasteles de chocolate adornados con una cereza, pasteles con crema, pasteles distintos, todos deliciosos y muy llamativos. Nosotras nos deleitábamos viendo todo ese colorido y observando detalles de la gran pastelería porque esos lujos eran inalcanzables para la gente de nuestra economía y entonces mi abuela me compraba 1 peso o 75 centavos de gomitas o de corazoncitos azucarados con los cuales yo me sentía muy feliz, como recuerdo a mi abuela con ese detalle.

Dulce María Pablo Torres

PRUEBA DE ELEVADOR

Yo trabajaba en un taller que se dedicaba a hacer entre muchas otras cosas, maquinarias y refacciones industriales.
Un día mi patrón tenía que ir a probar un elevador en la Avenida Juárez que le había encargado el señor López, de funerales López. 
En la primera prueba el elevador había quedado muy bien, subía y bajaba con toda normalidad. Dejamos la estructura y después llegaron los carpinteros a forrar con madera y con todos los elementos de decoración. Un día antes de la inauguración el Sr. López quería probar nuevamente el elevador. Nos subimos pues el Sr. López, mi patrón y yo para probarlo, subimos al tercer piso y cuando quisimos bajar, solo se oía el sonido del malacate que se estaba desenvolviendo cuando lo activábamos, pero el elevador no se movía, lo volvíamos a activar y nada. Se había atorado con unos palos que los carpinteros no colocaron bien y por esa razón el elevador no se movía, de repente oímos un fuerte estruendo y sentimos el jalón. El elevador empezó a desplomarse rápidamente, yo me fui para atrás con la fuerza y me detuvo mi jefe. Faltando 30 cm para tener el impacto con el piso, el elevador se paró. Estábamos todos muy espantados, el Sr. López (al cual lo recuerdo con un ojo de vidrio) parecía muerto.
Afortunadamente no le seguimos activando el mecanismo del malacate porque si el elevador hubiera tocado el suelo ese día creo que hoy no estaría contando esta historia.

Ing. Carlos Jurado Quiroz

Gregorio en persona

Un sábado a medio día pasaba frente al parque de El Carmen sobre la 16 de septiembre, cuando de pronto lo vi caminando sin rumbo fijo. Sentí una ansiedad inexplicable por acercarme de alguna forma a él. Lo seguí dos cuadras rumbo al centro de la ciudad y pensé que tal vez tenía hambre. Regresé rápidamente a la panadería más cercana y le compré 3 piezas de pan. Corrí como nunca y lo alcancé:
- ¡Señor, señor!
Se dio la vuelta como si estuviera esperando por mi, nos miramos fijamente y empezó a hablarme en un dialecto desconocido. Ninguna sorpresa le causó mi presencia ni mi grito a todo pulmón, sólo volteó y extendió su mano mientras me hablaba sonriente, algo muy importante me dijo mientras con su mano hacía una reverencia cercana a un "gracias" y después un "adiós".
Se dio la vuelta y siguió su camino y yo con un algo en el corazón lo dejé ir.
- ¿Dónde lo he visto, dónde?

- - -"El lugar se limpió y purificó con humo de copal, se colocaron flores, se rezaron y cantaron las oraciones y alabanzas acostumbradas. Después, don Antonio comenzó a depositar la ofrenda. Justo cuando estaba haciendo sus invocaciones, hincado y sosteniendo los alimentos ofrendados con ambas manos, apareció en el camino por el que habíamos llegado, avanzando lentamente en la nieve y dirigiéndose hacia donde estábamos, un hombre pobremente vestido, con una chamarra roja y el cabello y las barbas entrecanas agitadas por el viento. Imposible no conmoverse ante aquella súbita aparición y no pensar en Gregorio Popocatépetl. Por fortuna Lorena González, alumna de antropología, llevaba una cámara y tomó una fotografía del personaje en el momento que se acercaba. Con una sonrisa y una mirada que revelaban una especie de extravío, el hombre se detuvo de pronto, a una distancia que no lo incorporaba al grupo pero tampoco nos hacía sentirlo distante. (...) Lo fascinante era que la presencia de aquel hombre en esa circunstancia coincidía con el sueño de don Antonio y con la cualidad que tienen los volcanes para adquirir un aspecto humano y trasladarse de un lugar a otro. (...) Cuando llegamos al sitio donde estaban los vehículos, el hombre decidió subir al camión de redilas y acompañarnos hasta el pueblo, pero poco antes de llegar, ya en la oscuridad de la noche, pidió que lo bajaran y en Xalitzintla nadie más lo volvió a encontrar. (...) Hasta ese momento, que yo recuerde, nadie había dicho explícitamente que aquel personaje era Gregorio Popocatépetl."
Gregorio en persona

Julio Glockner



Fotografía de: Laura Álvarez




 

EL BESO

Yo besé a muchos y muchas en la 3 oriente 603-7, si no mal recuerdo.
"El Beso" lo acomodé en el ombligo de la ciudad generando cosquillas y molestias.
Era un local mediano, escondido en una casona del Centro Histórico de hermoso patio, que enseñó a nuestra ciudad que no todos en Puebla somos tan mochos.
Era una hermosa tienda de viejas paredes rojas con techo morado, con muebles de madera y olor a canela y café.
A veces, cuando hablo de ella, resulta que algunos que entonces no conocía, fueron a visitarla... y me da por añorarla.
Para mí este espacio significó libertad: "El Beso, condonería".
Esa fue mi tienda, nuestra tienda, de Brahim, de Vidal, de Paco y de todos los que quisieron formar parte.
No tengo fotos de ella, hay recuerdos que es mejor conservarlos intangibles para no llorar de nostalgia al verlos.

lunes, 15 de noviembre de 2010

MONTAÑAS TUTELARES

              Como nací en la Ciudad de los Ángeles —crecí en el barrio de La Luz—, ha sido inevitable que mis montañas tutelares sean el Popocatépetl y la Iztaccihuatl, lo mismo que la de las faldas verdes, la Matlalcueyetl; como mis edificios fundacionales no pueden dejar de ser la catedral o el palacio del arzobispado. He escrito sobre la ciudad e invariablemente lo he hecho sobre los volcanes, especialmente sobre Popocatepetzintli (forma reverencial para llamarlo, en náhuatl).
Primero fui a Llano grande y Río Frío; poco después escalé el Telapón y he subido muchas veces al Popo, algunas veces con los tiemperos que le ofrendan y reverencian. Cada mañana lo miro, aún con lluvia o rodeado de sus chinos blancos, y lo veo extenderse por mi ciudad, aunque no lo huelo: sus brazos o bracillos azufrados la recorren y me recuerdan que, por ello, Cholula cedió esta parte del valle, Cuetlaxcoapan, para fundar mi urbe: no había modo de vivir entre tantos laguillos y nacimientos de azufre.

Moisés Ramos Rodríguez

Foto de Dulce Jurado

GLOBO EN FORMA DE CORAZÓN



En el Zócalo de la Ciudad de Puebla estaba un chico recargado en el poste de una lámpara, a unos diez metros se acercaba una simpática mujer disfrazada de payaso, con una sola seña dejo inmóvil al chico.
 Ella se acerco y dejó detrás de él una bolsa negra, caminó de regreso unos cuatro metros y puso en el suelo un maletín blanco del cual saco un globo, lo infló y fue a ofrecérselo al chico.  Justo cuando él estaba a punto de tomarlo, el globo salió volando desinflado,  la payasita siguió con la misma rutina de ofrecer los globos al chico, hasta que se cansó de que éstos de desinflaran, así que los recogió y fue a ofrecérselos a unas niñas que los aceptaron amablemente.
Después, ella caminó por detrás del chico y de la bolsa negra saco un globo metálico en forma de corazón y se lo ofreció, él lo tomó y en su cara se veía mucha felicidad.
Para ese momento la gente veía el espectáculo desde una distancia prudente;  ella saco mas regalos y se los dio uno a uno, al final se abrazaron.  Una niña fue hasta ellos para darles una moneda, justo después de esto se tomaron de la mano y cambiaron de lugar felizmente.

HISTORIAS OCULTAS


Puebla es una paradoja porque estando en el centro casi siempre la miramos a la derecha, no logra fijarse en el radio de la retina. Cuando vamos caminando por sus calles podemos ver gente con la cabeza un poquitín ladeada a la izquierda, esto es intento vano para equilibrar la perspectiva, a menudo se pierde una parte importante porque queda oculta, es la parte derecha de la sociedad, la cual se expresa pero no puede apreciarse a simple vista. De esta manera, las personas que no quieren ser percibidas en sus acciones ni en sus pensamientos circulan por lo regular sobre la derecha, y es precisamente ahí donde las catástrofes más recurrentes ocurren, ahí es donde se condena a las mujeres por abortar o donde se construyen los bandos de buen gobierno, incluso hay quien afirma que en este lado oculto de la luna es el lugar en que los lobos mejor aúllan, especialmente en calles céntricas en horarios de oficina. Ahora entiendes el porque de que muchos poblanos no te saluden cuando caminas sobre las banquetas recién adoquinadas, no es que no quieran saludarte, sino que no te ven.

Orlando Tengri 2010.

LA MEMORIA PASA POR TODOS LOS SENTIDOS

Mi nombre es Yatzel y soy poblana. A los 45 días de nacida, mis abuelos se encargaron de cuidarme durante las mañanas, ya que mi señora madre trabajaba de 7 a.m. a 2 p.m. En el hospital de especialidades San José. Ellos vivían en un edificio de azulejos azules, en la 6 oriente, entre 4 y 6 norte. Pasé en ese lugar muchas mañanas, durante 5 años. Recuerdo que mi abuela me llevaba al barrio del Artista para darle de comer a las palomas; era todo un ritual: Ella me proveía del migajón que quedaba de las tortas de días anteriores y yo hacía pequeñas bolitas que guardaba en una bolsa, ya en el barrio, las lanzaba y esperaba a que dichas aves se dignaran a bajar para comérselas.
Hay un recuerdo muy particular que tengo de esta etapa de mi vida: cuando entré al jardín de niños (“Colegio Progreso” en la misma calle, frente a la Casa de los Hermanos Serdán), había días en los que no quería ir a la escuela; entonces, lloraba tanto que mi abuelo –quien me llevaba allá todos los días- decidía que era mejor regresar a la casa. Pero antes, nos paseábamos por la calle de los dulces hasta encontrar la tortita de Santa Clara perfecta. De ahí, creo yo, adquirí el gusto por este exquisito dulce poblano; y ahora, cada vez que tengo oportunidad, compro al menos uno. No cabe duda, la memoria pasa por todos los sentidos.

Yatzel Roldán López

viernes, 12 de noviembre de 2010

SIN TÍTULO

Existe un mimo desgarbado que vive en mi cabeza hace años ya,  y que ronda el centro de la ciudad, siempre con una boina negra descolorida, a veces sin maquillaje, a veces con barba de dias, en San Valentin desnudo con un pañal, arco y alitas; para navidad con un mameluco rojo enorme y un costal mugroso. A veces se le puede ver en un jeep destartalado y descascarachado a no mas de 20 por hora y hablando consigo mismo mientras recuerda como lo que recuerdo yo.

Ocurrio un viernes hace aproximadamente 10 años, entonces estabamos siete amigas y yo, en la epoca en que el Desvan (suerte de cafeteria arriba de una paletería en el portal) tenia espejos como en cenefa en cada pared, yo estaba de frente y vi al Mimo aparecer a un lado de la rockola. Ellas empezaron a ponerse nerviosas.  Él hizo su acto. Trato de ser simpático pero alegamos no tener dinero, justo estabamos juntando para pagar, (ese era el argumento, que apenas y nos alcanzaba), entonces empezó a hablar y a explicarnos que era terrible como la moneda mexicana no tuviera el mismo valor de antes;  porque días atrás él había ido a echarse un taco a una reconocida taqueria de los alrededores con las monedas que la gente le donaba (puros centavitos), pero el taquero le hizo el feo.   En este punto ya no veía a nadie en la mesa, veía al espejo, y yo desde mi lugar contando los centavitos para pagar la cuenta lo veía a traves del espejo.   
Dijo que el taquero no le queria aceptar sus monedas y que el trató de argumentar que si el banco las valoraba, él tenia que hacerlo pero nada que le vendieron su taco, y como fueron tan mugres que no nos extrañara que un dia de estos vieramos en las noticias que el taquero aparecía muerto, porque el mimo tenía amigos expresidiarios que se encargaban de esas cosas y si ese tipo no respetaba la moneda mexicana pues se merecia lo que él le mandara a hacer, aquí como enamorados nos mirabamos directamente desde el espejo.

Mis acompañantes se apanicaron, la más miedosa saco dinero, le dio su limosna y el tipo se fue a amedrentar a otra mesa, que ya habia escuchado todo - porque discreto no fue-, pagamos, salimos y me fui al telefono de la esquina a reportarlo con el 066, no pasaron ni 3 minutos, nosotros nos entreteniamos en el puesto de periodicos frente a la entonces tienda de musica de reforma y 5 de mayo  y ¡zas! que lo agarran, lo vimos subir a la patrulla.  Ya con algo de remordimiento de mi parte pensé que aunque  la verdad su maquillaje al principio era chido, también estaba  enojado porque sentía que él  no tenia porque arruinar nuestros tacos con historias de taqueros muertos...

A principio de la semana siguiente encontraron muerto al famoso taquero y desee haber valorado antes la moneda fraccionaria, quizas asi hubiera sido mejor que verlo con cara lavada y sin jeep...

1968…1996 SON TANTOS LOS RECUERDOS QUE ME LLEGAN...

De niña, cada ida al centro de la mano de mis abuelos o de mi mama, era ir de compras, caminar por sus calles tranquilamente, visitar los museos, comer dulces típicos…..
En la adolescencia ya me dejaban ir al centro con mis hermanos en el camión Mirador Los Ángeles, para comprar encargos de mi mamá. 
Y recuerdo que como estudiante de la prepa, íbamos en bola con nuestro uniforme y hacíamos nuestra venta de boletos para la rifa de “UN GRAN PREMIO” en el zócalo, esto para poder pagar nuestros exámenes extraordinarios, donde usualmente nuestras victimas (clientes) eran hombres.  : )
Y ya en la universidad recuerdo el día que tuve que ir al Carolino, que en ese tiempo no era agradable, a solicitar un duplicado del certificado de bachillerato. Recuerdo un edificio descuidado, frio, oscuro al que daba miedo entrar sola…
Diez años después en 1998  tuve la oportunidad de recorrer nuevamente el edificio buscando apoyo para poder conocer el observatorio con mis expedicionarias y después de varias visitas logre obtener acceso con explicación y recorriendo el observatorio competo, esa ha sido una de las experiencias más agradables que he tenido!!!
 y fue una pena saber que con el sismo sufrió daños irreversibles….   : (
Estas son mis memorias, las memorias de Marisol

jueves, 11 de noviembre de 2010

GRANDES AMIGAS

Sucedió en el mero zócalo, casi recién cuando habían puesto las fuentes de agua en el piso a un costado del recinto religioso Catedral, iglesia, bueno esa, jajaja. Salimos mi amiga y yo de una reunión del sindicato de telefonistas, ubicado en el boulevard 5 de mayo. Salimos hambrientas y así como cansadas, aburridas y de todo. Por ese entonces andábamos las dos así como medio depres y necesitábamos algo. La idea era regresarnos a San Martín pero pues no fue así, entre el “tengo hambre”, “chale me enojé con mi novio”, “mira ese está buenote ju ju ju que buen trasero”… nos comimos unas quecas con una señora que estaba ahí en Parián, bromeando sin cebolla por eso del aliento dragonezco, terminamos y le pedí ir al centro que camináramos, que nos haría bien y nos dispusimos a ir en ese entonces andaba yo con mi onda de que estaba ciega y usaba lentes para todo y ella en el plan de que debía olvidar a su amor, total que caminábamos por la calle en dirección a el zócalo y me empezó a decir de su novio… bla, bla, bla, muchas cosas, se puso así muy tristona, y de la nada que la agarro del brazo así de la mano como si fuera mi pareja y que la lanzo a las fuentes y que le digo ¡Cállese y báñese! Ja, ja, ja, la gente se burlaba porque mi amiga me jaló a mí también, nos caímos y tuvimos una lucha acuática entre las fuentes con gritos y risas. Fue como una terapia para nosotras. Hasta pedimos que nos tomaran fotos y la verdad ese día confirmamos una cosa bien chida, que seríamos grandes amigas y así fue; hasta la fecha lo somos. Hemos pasado muchas cosas juntas y separadas, hablándonos por su nextel todo el tiempo. Yo creo que sigo igual de maldosa y más feliz. Ya no ando tan pesimista y ya no uso tanto en mi vestimenta el negro ya que me consideraba que andaba de luto social, amoroso y físico. Ahora busco el color y cada que paso por esa fuente me burlo, me acuerdo de ella, sonrío mucho, mucho! Ya que si yo fuese hombre yo la hubiese hecho mi esposa, es una gran mujer Nayeli Méndez Garzon, gracias por todo marsupiala!

Midian Morales Rodríguez

martes, 9 de noviembre de 2010

LA CAÍDA

Esta memoria lleva tres generaciones. La escuche por primera vez, cuando era niña, en voz de mi abuela materna. Siempre tuve esa facilidad de acercarme a los viejos para que me contaran las historias de la familia. Gracias a esos relatos sé quién soy, es una especie de sensación predictiva.
Mis abuelos maternos son originarios de Tlaxcala pero por circunstancias distintas, su niñez y juventud estuvieron en Puebla; en aquella ciudad aún joven pero en crecimiento y desarrollo.
La familia de mi abuelo tenía un pequeño taller de orfebrería en el Barrio de los Sapos y también eran obreros. En los años 30´s y 40´s el bisabuelo y algunos de sus hijos – mi abuelo no, el tenía más alma de artista que de rojillo – fueron parte de los movimientos sindicales obreros, y es así como surge ésta memoria.
Cierto día, el hermano menor cumplía con su función parroquial de tocar las campanas desde esa enorme torre que engalana la catedral; y mientras lo hacía fue empujado para encontrar la muerte metros abajo. El bisabuelo al enterarse de la dramática muerte de su hijo sufrió un paro cardiaco y entonces la historia familiar perdió a dos de sus miembros en un abrir y cerrar de ojos.
Los rumores dicen que la mano que empujo al hermano menor de mi abuelo fue un acto de venganza para sosegar la participación de la familia en el movimiento obrero, y creo que por cierto tiempo cumplió su cometido, aunque el espíritu libertario sigue creciendo más y más.

Mitlzin Sarmiento Xochitiotzin

lunes, 8 de noviembre de 2010

SIN TÍTULO

Puebla ha sido el lugar en donde decidí arraigarme, ni siquiera tenía esa intención cuando llegué aquí, tampoco sabía que necesitaba un lugar para dejar de irme como lo tuvo que hacer mi abuelo y mi papá: desligarme de la herencia del exilio y aprender a quedarme. Ahora ya podría decidir mudarme de ciudad, de país, pero por ahora quiero a esta ciudad y a este país. He vivido en el centro casi por 15 años y mis memorias cotidianas están construidas aquí, tengo tantas como días enteros. Etapas, amores y amigos, trabajos, derrotas y alegrías. ¿Cómo discernir entre una historia y otra?

Yara Almoina

sábado, 6 de noviembre de 2010

UN CHILLIDO

Este recuerdo se remonta a mis 6 años de edad, creo que es de los pocos recuerdos lejanos que guardo vívidamente. En mi familia se vivía una pobreza desencadenada por el mal gobierno de López Portillo, la crisis nos había alcanzado y mis padres estuvieron a punto de perderlo todo. 
Una tarde mi madre me llevó al centro, caminábamos por la calle 5 de mayo, entre sus múltiples vendedores ambulantes, entre sus puestos de garnachas, entre los músicos, inválidos y mendigos que se postraban en la calle peatonal para pedir una limosna. Mis ojos de niña siempre sorprendidos toparon entre tanta gente con un puesto de elotes y esquites, llené mis pulmones con ese olor que hasta la fecha me enamora, me hipnotiza y me fascina. 
Acababa de llover y hacía frío, yo por supuesto antojada con el olor de elote recién cocido le dije a mi mamá: -¿Me compras un elote? A lo que ella respondió: -Prometiste que no pedirías nada ¿No ves que no nos alcanza?
Insistí tanto que mi madre terminó complaciéndome. El "elotero" se tomó su tiempo, sacó de su gran perol varias mazorcas y mi madre escogió lo que a su tacto le parecía el elote más tierno, el más suavecito para los dientes "chimuelos" de su hija. Yo veía como lo iba preparando, primero con una embarrada de mayonesa, luego lo espolvoreaba con una técnica magistral con mucho queso y viéndome fijamente me preguntó:-¿Cón chile? A lo que respondí:-Poquito. Terminó de prepararlo, tomó una servilleta y me lo dió. Mi madre sacó las monedas para pagar y de momento se oyó un fuerte chillido, mi lloriqueo. Un señor que pasaba con mucha prisa entre tanta gente me empujó y mi elote cayó a un charco. 


Dulce Jurado

MERCADO: LA VICTORIA


Los colores más hermosos de mi infancia tienen  olor, un olor a mercado, a mercado La Victoria. 
Los primeros colores comenzaban en el gran recorrido de la casa de mi abuela al hermoso centro de la ciudad; el color opaco y mate que miraba en el camión olía a metal.
Llegando al mercado los colores  diferentes  de piel olían a gente. El blanco luminoso olía a queso, queso fresco Oaxaca, crema de vaca y requesón, el rojo intenso a granada y sandía.  El color verde olía a epazote, a perejil, a cilantro con toques  salpicados  de yerbabuena.
En el kiosco principal los colores más frescos y tiernos olían a flor rosas, claveles, lirios, y alcatraces combinados con el gran puesto de sombreros hechos de palma y piel. La zona multicolor eran los puestos de frutas y verduras: calabazas y melones, jícamas y jitomates, chayotes y ejotes; olores mezclados con fina hechura  impregnaban  el mercado.
En todas sus variantes los  grises se manifestaban en los mariscos, oliendo a mar, olas y espuma salada. La pollería olía al tierno color amarillo y el beige venía del olor a tortilla recién hecha.
Los mejores colores y olores de mi infancia vienen del mercado La victoria.

Rebeca Cañedo Ramos

¿ERA UN TEMBLOR?

Era un día caluroso de Junio. Me encontraba lejos del centro de la ciudad de los ángeles, pero desde que el día había iniciado, ya tenía entre mis planes visitar esas calles coloniales tan bellas y que tantos recuerdos me traen siempre.
De modo que, decidí comer ahí. Tomé el microbuis de la ruta 29, que me llevó del suroeste de la ciudad hasta las calles del centro, la 4 sur y 11 oriente, para ser exactos.
Pensé en comer algo rápido, ya que llevaba mi cámara y quería tomar el mayor tiempo posible para capturar varias imágenes.
Caminé hasta la calle Reforma, y decidí comer en el restaurante transnacional del coronel Sanders, ese lugar donde te sirven un pseudo-pollo. 
Aquel establecimiento estaba casi lleno, me tocó una mesita individual muy cerca de la caja. 
De repente, sentí una especie de mareo que me recordó a los temblores que sentí en la década de los 80, cuando era sólo un niño. De manera casi instintiva, me levanté de la mesa y volteé hacia la ventana, como buscando evidencia que me hiciera estar seguro de que era un temblor, o un simple y extraño mareo.
Por instantes creí lo segundo, ya que nadie en el restaurante tuvo ningún tipo de reacción. Pero, en la acera de enfrente, puede notar como un antiguo portón empezaba a temblar como si alguien se estuviera columpiando en él. 
¿Quién podría lograr mover de esa manera un portón de madera de casi 4 metros de alto? Era la señal de que un sismo estaba ocurriendo. 
Transcurrieron escasos segundos de todos estos pensamientos, cuando la mayoría de las personas salieron corriendo del lugar.
El temblor fué impresionante; ya en la calle podía escuchar gritos y llantas de autos derrapándose, la verdad es que entré en shok.
Cuando puede retomar la lucidéz, fue imprsionante dirigir la vista hacia lo largo de la calle Reforma y ver a sólo escasos metros de ahí, una enorme cortina de polvo y escombro.
Mi reacción fue retirarme del lugar hacia mi casa. En el recorrido rumbo a la esquina del microbus, observé desconsolado cómo pedazos enteros de la iglesia de la Compañía (donde está el Carolino) se encontraban en el piso, además de la histeria colectiva.
Ese día pude sentir un tremendo nudo en la garganta porque sentía que Puebla lloraba, que estaba herida y que necesitaba de todos para salir adelante y recuperarse de tan terrible sismo.

Esa es, pues, es la vivencia más intensa que me ha tocado experimentar en las calles del centro de la ciudad angelina.


Alex Zamora en Ríos

viernes, 5 de noviembre de 2010

SERGIO

Habían pasado cuatro años desde la última vez que yo había visto a Sergio... (un amigo de mi hermano, que se fue a vivir a los Ángeles). Por causas del destino, volvimos a estar en contacto... llamadas, cartas... entonces surgió la oportunidad de volver a vernos... yo quería que el re-encuentro fuera especial... así que lo cite en el centro, para ser exactos, en la fuente de San Miguel... esa a la que siempre me gusto ir a echarle pesos, para pedir un deseo. Me moría de nervios... en cuatro años yo había cambiado (no es lo mismo una chamaquita de 15, que una "mujer" de 19)... en fin... llegué a la hora marcada... recuerdo que daba mil vueltas alrededor de la fuente, hablando sola... riéndome... con manos sudadas... ufff... lo vi... con el corazón a punto de estallar... me acerqué... -Sergio???... y él me contestó con otra pregunta -Mónica??? (no, ni yo era Mónica ni el Sergio) JAJAJAJAJA.... Después de todo no era la única en espera nerviosa... lo que me hizo pensar, en todas las historias allí guardadas... cuántas cosas podrían contarnos los árboles del zócalo... cuánto de encuentros y desencuentros.... la mía... fue solo una historia más... en las mil historias de mi ciudad.
P.D. Y sí, resulta que Sergio me observaba desde una de las bancas que están laterales a la fuente... sonreía observándome en silencio... todavía... a veces... al pararme cerca de la fuente, no puedo evitar dejar escapar un suspiro y una sonrisa... nerviosa.


Arena Lgb

ESTE ES MI RELATO...

Hace ya algunos años, yo trabajé en un Centro Joyero, el cual se ubicaba sobre la 3 sur, entre la calle Reforma y la 3 Poniente.
En ese entonces yo llegaba a mi trabajo en un Spirit verde y debido a la dificultad de encontrar un lugar donde estacionarlo, solía dejarlo frecuentemente algo lejos. Este hecho me daba la oportunidad de caminar día a día un poco por éstas calles del Centro Histórico.
Recuerdo que mis pasos nunca fueron muy rápidos, pues me gustaba mucho observar. Miraba la belleza de las contrucciones y a las personas que se sentaban a la orilla de ellas para ofrecer artesanias como figuras de resina, bolsas entretejidas de palma y muñecas de trapo; así también llegaban a mí los olores de las fritangas, molotes, quesadillas y tacos árabes que se ofrecian en los locales cercanos. También recuerdo los sonidos del tráfico, y alguno que otro músico intentando ganar algunas monedas.
En algunas ocasiones me veia yo soñando despierta, con una época medieval, con carretas, calles empedradas, caballos, vestidos ampones y caballeros con sombreros y bigotes.
Me sentía feliz al llegar al trabajo, pues había magia en el entorno. El saludo de los vecinos, la sonrisa de mis compañeras, el coqueteo del vigilante, la alegría de la chica de la cafetería de enfrente, la atención del chico del estacionamiento, la ternura y esperanza de un niño ofreciendo dulces para ayudar a su mamá, la humildad del boleador de zapatos que solo me pedia en pago una sonrisa y el chico de la tortería siempre enamorado de una gruesa cadena de oro.
Quizas en ese tiempo aprendí sobre el valor que no se ve, rodeada de "oro".

Liliana Sánchez Brito.

Mc´DONALDS


Para mí el centro es el comienzo de muchas cosas, en él camine y disfruté las primeras expos, la casa de la cultura, el caminar y llegar al Sanborns para ver revistas de diseño, de arte y de tatuajes.
Cómo olvidar los lugares de playeras, siempre en la búsqueda de una playera caifán, y de muchas calaveras, en fin el centro siempre fue el lugar de origen.
En él siempre me  he sentido como un turista, la eterna vacación. Pues aunque llevo años caminado por él, siempre existe esa sensación de estar en un lugar que no logras  conocer al 100%, y en el cual se cruzan diferentes historias y  personas y es aquí  en donde empieza ni narración.
Recuerdo que fue en un miércoles, quedé de verme con mi novia  justo afuera del Mc´Donalds para comer, y así fue. Compramos nuggets y mi big mac, acompañado con papas y refresco, justo nos acomodamos en una mesa en el segundo piso viendo hacia la catedral, observando entre los cristales biselados la fragmentación de las personas caminando hacia la fuente.
Y de repente mi novia,  me dice: “como que ya  no está funcionando esto” y como una bola de nieve  se hizo el silencio que no quieres escuchar.  Esas palabras fueron el prólogo de una muerte anunciada, que escena más POP, unos post adolescentes hablando del amor, y las ganas de hacer otras cosas, cerrar la puerta y sentirte mal por hacer sentir mal a la persona que besabas.
Terminamos de comer y simplemente dejamos la basura en el bote.
Me despedí de ella y me fui.

César López

jueves, 4 de noviembre de 2010

FÁBRICA DE TALAVERA

En el centro, ahí por el lado Norte, cerca del Parian hay una Fábrica de Talavera, hacen cosas muy típicas de nuestra ciudad. Es una casa antigua, con gran historia, con un patio, un pozo, lavaderos. La casa rodea todo. Esa casa tiene una historia real, era de la tía Ana María (hermana de mi abuela María), de ahí recuerdo una foto yo pequeñita, con todos mis primos y mi bisabuelita. Recuerdo las paredes viejas, y cuartos que me daban miedo y se comunicaban uno con otro rodeando la casa. Se veía misteriosa. Decían que había oro entre las paredes como de un metro de grosor o más. Llevaron detectores, pero núnca encontraron nada, yo creo que sí había algo, y debe seguir ahí. Esa casa fué vendida hace como 17 años, y una prima que vivió ahí hace ya muchos, muchos años me cuenta que fué a visitar la ahora fábrica y que cuentan una historia de la casa, totalmente inventada para fascinación de los turistas y visitantes...

Beatriz Herrera Brito

miércoles, 3 de noviembre de 2010

MUJER CON MAPA EN EL CENTRO (MICRO HISTORIA)



Recuerdo una ciudad amurallada de publicidad, con una M mayúscula color amarillo, junto al palacio municipal. Servilletas hechas bola en el piso de un pasaje en donde arreglaban relojes, calles rodeadas de tacones rojos mordidos como una manzana. Recuerdo a una mujer que podría ser Eva, totalmente perdida, con un mapa de la ciudad en su mano y unos jeans entallados, evitando a toda costa ser mojada por las fuentes, justo a un costado de la Catedral. Recuerdo a esa mujer en la mira telescópica urbana. Los alguien y los cualquiera copulando en la hermandad del transeúnte, observándola, deseando en el fondo verla empapada. Recuerdo el café Zaranda, su bocanada de cafetal, carteles pegados con engrudo en los muros periféricos. Marchas ¿de qué? Una ciudad de choques, fluxus de juno, agua que no resucita a ningún Tláloc sino a un dios semidesnudo que baila con su teléfono celular en la mano. Una ciudad de muros coloniales, estacionamientos con olor a orín. Locales con piratería, puestos de periódico. Recuerdo payasos actuando, debajo de espectaculares en donde los verbos siempre son en infinitivo, servir, gastar, invertir, verbos arriba de nuestras conciencias. Un nudo de historias e histerias, en dónde cualquiera fluye. Una escritura post-apocalíptica dando vueltas en el centro, ombligo de piedra con olor a molote y a fritanga. Una escritura de fermento mental que no menta nada. Recuerdo a una mujer parada con un mapa, dejándose mojar por las fuentes de la Catedral, paralizando la jornada, jugando a la bañista absurda y hermosa.

Eduardo Sabugal

PARA MÍ EL CENTRO DE PUEBLA ES...

Para mí el centro de Puebla es la infancia. Los recuerdos de la mano de mis padres y de mi abuela. El miedo a caer en esas atarjeas gigantes que yo pisaba despacito sin perder de vista. "¿Qué habrá allá abajo?" Me pregunté mil veces.
El centro fueron en ese tiempo de niña, los portales y el Sanborns los domingos...El Hotel Gilfer donde llegaban de visita los tíos. Las chalupas deliciosas de San Francisco y el clásico Hotel Colonial y su mole poblano. El centro fueron las risas de mis 5 años en los juegos mecánicos del Paseo Bravo y el correteo a las palomas de Catedral. Para mi el centro eran los nevados de Don Hermilo y las tortas deliciosas que me comía con la abuela Tona. También era la calle 5 de mayo con sus tiendas de novias y los infaltables organillos. El centro histórico es todas esas iglesias grandes y pequeñas, imponentes y acogedoras.
El centro y sus paredes son esa evocadora presencia española con sus balcones sevillanos y sus columnas francesas y su talavera andaluza todo mezclado perfectamente con ese toque profundamente mexicano. El Centro es la tradición de pasar por el manto de la Virgen del Carmen cada año.
El centro, a mis 20 fue bohemia de cafés troveros y libros, letras y bares. Fue mi servicio social en el entonces Museo de Arte Virreinal. Fue y seguirá siendo, referencia imprescindible para apropiarse de novelas y cuentos literarios. El centro de Puebla es poder regresar en el tiempo. Es poder viajar a tu propio pasado y  salir intacta. Es ir, regresar y volver.

Puebla es muchos lugares, muchos rincones. Pero ninguno está más lleno de ángeles que su Centro Histórico.

Mónica López Stefanoni

LA NONA

Dos alumnos no eran suficientes para establecer la nueva carrera de Ingeniería Química, por lo que convencieron a dos compañeras en la aventura. Nona Palma y Eloina Pérez. Más adelante ya establecida la escuela se sumó Gabriel Jara Pérez, no creo que porque quisiera ser ingeniero, pues él ya cursaba la carrera de químico en la facultad de ciencias químicas, pero posiblemente fue atractivo para él la presencia de “La Nona” con quien posteriormente se casó.

Ing. Raúl Sánchez Teruel