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Puebla, Mexico
Reunimos historias escritas de la memoria de las almas que han pisado tierras poblanas. Si quieres compartir algún recuerdo por la ciudad de Puebla te invitamos a hacerlo al correo memoriadepuebla@gmail.com Dulce Jurado y María Eugenia Jiménez Melo autoras del proyecto

martes, 27 de marzo de 2018

Cholula


CHOLULA
Siempre ha sido para mí un lugar de laxitud.
Cuando estudiaba Artes solía escaparme a San Cristóbal Tepontla , andaba por los caminos polvorientos entre las casitas despintadas y la vegetación, visitaba la Iglesia derruida y subía a lo alto del cerro persiguiendo al atardecer y capturando la imagen en mi memoria.
Para apreciar el sol escondiéndose detrás del volcán, no hay mejor lugar que en la cúspide de la pirámide… ¿Cuántos atardeceres maravillosos no he disfrutado ahí? Esa sensación de libertad, la promesa de un nuevo día, el viento ondeando mi cabello y la magia de esa paleta de colores cálidos y azules.
Entonces recuerdo aquél día, llegué corriendo para escuchar el concierto de campanas, subir como un bólido la pirámide, finalmente llego y me siento transportada a otra dimensión, con toda ésas notas del repiqueteo de campanas. ¡Fantástico! Tratando de entender la melodía, el tiempo, tal vez no hay compás. Al finalizar el concierto desciende hacia el centro pero es difícil discernir el camino , pues todo está obscuro sólo me guían las luces centellantes de las velas lo cual me provoca sentirme como en el pasado. El ambiente es íntimo y festivo y finalmente disfrutar del pan de fiesta y chocolate frío, los fuegos artificiales y la alegría de la gente.
        Cholula será siempre un lugar especial en mi corazón.

domingo, 18 de febrero de 2018

¿Será cierto?

Se dice que el trazado de las calles de Puebla presenta un desfase intencional de 24 grados con respecto al norte geográfico. Este hecho se piensa que tenía el propósito de proteger las calles de la radiación solar además de los vientos fríos que vienen desde el volcán así llamado La Malinche haciendo que se bifurcaran y perdieran su fuerza. Hay cierta historia al respecto que ha prevalecido de manera oral en la familia de un gran amigo mío desde hace muchas generaciones. Su abuelo (Q.E.D.) le contaba, como así lo fue en varias ocasiones, que la orientación mandatoria del trazado de las calles es la que tendría la catedral. Así pues, fue el diseño con el oculto propósito de que al entrar por la puerta principal de dicho edificio, se caminara de frente justo hacia el punto donde saldría el sol en un 8 de marzo. Es bien sabido que cada día del año en sol aparece por un punto ligeramente distinto. Después del solsticio de verano, el nacimiento del sol se va desplazando hacia el sur hasta alcanzar su punto más austral el 22 de diciembre, fecha que corresponde al solsticio de invierno y a partir de entonces retoma su camino hacia al norte. El 8 de marzo es el día justo en que el sol aparece por la mañana a 24 grados hacia al sur respecto al oriente geográfico. Le contaba que ese día era el cumpleaños de quien fuera la progenitora del célebre Dn. Juan de Palafox y Mendoza. Por lo tanto, él planeo ocultamente que el trazado del desplante de la catedral poblana fuera orientado así para que ese día específico al entrar por su puerta principal al amanecer, se viera directamente hacia el punto donde nace el sol, justo detrás de El Altísimo. ¿Será cierto?

Saludos desde Alemania.

Fernando Rodríguez Ochoa

jueves, 5 de enero de 2012

Este mercado de San Baltazar Campeche empezó...


Este mercado de San Baltazar Campeche empezó como todos, con sus planchitas cada uno.   Hay algunos puestos como  Cocina Rosita que está muy bonita, yo no tengo mucho tiempo aquí, pero me gusta mucho como nos llevamos con los compañeros. 
Tienen tradiciones como el día del mercado  el 9 o 12 de octubre. 
Disculpe, no tenemos  mucho tiempo aquí trabajando, no tenemos anécdotas.  Gracias.

A la persona que quiero mucho...

A la persona que quiero mucho y la he apoyado mucho en todo, en la enfermedad de su mamacita; y cuando yo necesité su apoyo no me lo dio. Me mandó solo a visitar  a los míos y me siento triste porque es mi pareja y porque yo nunca lo abandoné

Tengo como 30 años de trabajar acá...

Tengo como 30 años de trabajar acá,  cada rato nos quieren quitar.   Yo les pediría que nos dejaran, porque venimos a buscar el pan de cada día.
Vendo yerbas, ajitos, voy a comparlos al mercado Hidalgo. 
El mercado de San Baltazar está limpio y nos tratan bien pero el señor del puesto nos trata mal.  Una vez  me tocó que una de las señoras que viene a comprar  se llevara mi dinero, yo la ví, sentí que me sacó el dinero de la bolsa,  se fue y nunca ha vuelto.

Teresa Calixta
76 años.

Sucedió un día lunes de 1998, 20 de enero...


Sucedió un día lunes de 1998, 20 de enero.  Veníamos  mi sobrino, mi hermano y yo vendiendo disco toda la calle Cué Merlo tienda por tienda, hasta llegar al mercado de San Baltazar Campeche, empezamos a recorrer el mercado puesto por puesto, uno que otro nos compraba viéndonos extrañado. 
Entonces me puse a pensar: ¿por qué no poner un  puesto?  Y lo hicimos,  por supuesto pedimos permiso y nos lo dieron,  entonces los comerciantes se asombraron al vernos vendiendo las primeras semanas y dijeron: ¡éstos no tardan en irse!   Lo pensaban porque los que se ponían  antes no duraban  mas de tres o cinco días y el asombro de los comerciantes y clientela fue vernos a diario sin faltar hasta la fecha por amor al trabajo y a ser constantes.

Posdata: por el bien de todos los mexicanos y el trabajo

Puebla, Puebla

San Baltazar Campeche

Juan Manuel Maravilla Gutiérrez


Cuando era una niña como de 11 años...


Cuando era una niña como de 11 años venía a la feria de reyes con mi hermano y mi abuelita, veníamos por  las tortillas y era el pretexto perfecto para sacar una vuelta en la rueda de la fortuna o en los caballitos.  
Como llegábamos a la hora de la comida hacía mucho calor, y cuando parábamos en los puestos de pulque empezábamos mi hermanito de 9 años y yo a decir:  
“¡qué calor hace!”, “tengo mucha sed, ¿compramos pulquito?” 
Y la abuela nos consentía y nos compraba una jícara de aguamiel a cada uno.  Después nos íbamos mareados y contentos.   Y al otro día hacíamos lo mismo con el pretexto de ir por las tortillas.  Durante una semana que duraba la feria hacíamos lo mismo.  Mi madre se quejaba y se preocupaba porque sus niños se volvieran borrachines.