Los colores más hermosos de mi infancia tienen olor, un olor a mercado, a mercado La Victoria.
Los primeros colores comenzaban en el gran recorrido de la casa de mi abuela al hermoso centro de la ciudad; el color opaco y mate que miraba en el camión olía a metal.
Llegando al mercado los colores diferentes de piel olían a gente. El blanco luminoso olía a queso, queso fresco Oaxaca, crema de vaca y requesón, el rojo intenso a granada y sandía. El color verde olía a epazote, a perejil, a cilantro con toques salpicados de yerbabuena.
En el kiosco principal los colores más frescos y tiernos olían a flor rosas, claveles, lirios, y alcatraces combinados con el gran puesto de sombreros hechos de palma y piel. La zona multicolor eran los puestos de frutas y verduras: calabazas y melones, jícamas y jitomates, chayotes y ejotes; olores mezclados con fina hechura impregnaban el mercado.
En todas sus variantes los grises se manifestaban en los mariscos, oliendo a mar, olas y espuma salada. La pollería olía al tierno color amarillo y el beige venía del olor a tortilla recién hecha.
Los mejores colores y olores de mi infancia vienen del mercado La victoria.
Rebeca Cañedo Ramos
no dce nada Q.Q
ResponderEliminar